La teoría del Sistema ADF

La escritura es movimiento, y existe en la ciencia física una rama que se encarga de estudiar el movimiento y es la física mecánica. Dentro de la física mecánica tenemos un área llamada cinemática (estudio del movimiento en sí, sin considerar sus causas) y la dinámica (estudio del movimiento preguntándose por sus causas), claramente, según venimos desarrollando, la grafología es el estudio de la dinámica en la escritura, a diferencia de la pericia caligráfica que aplica la cinemática.

La teoría del Sistema ADF aplica la dinámica a la escritura, para ello, hay conocimientos de física que deben tenerse previamente antes de entrar en tema.

Las fuerzas que intervienen en la escritura

La escritura es una acción en la que se ejerce o aplican una fuerza de impulso, que también llamamos fuerza de progresión, una fuerza de inscripción que deja plasmada la acción gráfica en el papel o soporte, y una fuerza de prensión que se ejerce sobre el útil escritural. Esta última es la única que puede no estar si estamos escribiendo directamente con el dedo.

La fuerza de progresión puede dirigirse en dirección vertical y/o en dirección horizontal. Es así que tenemos la tridimensionalidad en el papel cómo la tenemos en el mundo cuando nos movemos, espacio vertical, espacio horizontal y profundidad, siendo el propio soporte, papel, representativa de la cuarta dimensión espacio-tiempo.

Por la tercera ley de Newton, toda fuerza presenta una fuerza de igual magnitud en sentido opuesto; por lo que a cada una de las 3 fuerzas que mencionamos corresponde una fuerza de igual magnitud en sentido opuesto.

Si la fuerza de progresión tiene sentido hacia la derecha, habrá una fuerza en sentido opuesto que se resiste  hacia la izquierda.

Esta fuerza de progresión o de impulso estará presente cada vez que mueva la mano, por lo que participará en la escritura por momentos con fuerza de inscripción y por momentos sin ella.

La fuerza de inscripción es la fuerza ejercida hacia el papel o soporte y la resistencia es la del propio soporte tira hacia arriba con la misma fuerza con que se ejerce la inscripción.

La fuerza de inscripción está siempre balanceada, esto es, que se anulan recíprocamente. Ojo, el papel no es el soporte, sino el receptor de la fuerza ejercida. El papel se encuentra en el medio de las fuerzas. 

La resistencia a la fuerza de progresión no puede verse tan fácilmente cómo la fuerza de inscripción, y esto por cuanto que la resistencia principal es interna, la tendencia natural del sujeto a permanecer en reposo, recordemos la primera ley de Newton que deriva del postulado de Galileo Galilei “Todo cuerpo preserva su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas impresas sobre él”.

La persona, para mover su mano, necesita perturbar su estado de reposo natural para hacer mover su mano en dirección deseada.

De aquí se desprende que, el impulso que mueve la mano, la fuerza de progresión se ejerce por voluntad del sujeto, es la fuerza de voluntad y esa fuerza de voluntad, tiene por resistencia el propio centro gravitatorio del sujeto.

Sí, el centro gravitatorio del sujeto. El sujeto, por tener un cuerpo, tiene su propia fuerza gravitatoria pues curva con relación a su dimensión y sus movimientos (en este caso el de su mano) el espacio tiempo (el papel) a su alrededor, alterando su perspectiva.

Este centro varía al cambiar la forma y posición en que tomamos el útil y ubicamos el soporte.

En caso de escritura horizontal, el centro gravitacional suele ubicarse un poco por detrás de la punta del útil, hacia la apoyatura de la mano sobre el soporte.

Si la escritura se produce en un soporte vertical, el centro gravitacional se acerca al eje del útil.

Tal vez por esto la escritura en soporte vertical suele reproducirse con inclinación vertical.

Esto hace que todo desplazamiento sea un alejamiento del centro gravitacional y por lo tanto buscarán siempre reconducirse hacia él, generando con la mano lo que se llama MAS (Movimiento Armónico Simple).

Surge de aquí pues, que el impulso del movimiento es impulso de la voluntad recibiendo cómo resistencia su estado de reposo que tira hacia su centro.

Ahora bien, según nos dice la mencionada ley, una vez que la mano se mueve, puede adquirir inercia, movimiento rectilíneo uniforme, o alterarse, por fuerzas impresas sobre él.

La fuerza impresa sobre ese movimiento ya iniciado vuelve a ser la propia voluntad del sujeto, que desbalancea el movimiento para frenarlo y/o redireccionarlo. Por lo que todo freno o cambio de dirección es participación de la fuerza de voluntad para corregir el movimiento de inercia.

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