SOBRE NUESTROS PATRONES DE CONDUCTA

Existen personas guiadas o motivadas por el espíritu, es decir, por la mente, y otras personas guiadas o motivadas por el alma, las emociones y sentimientos.

Las personas guiadas por la mente, actúan acorde su sentido de justicia. La justicia es una exteriorización el espíritu. No existe en la naturaleza sino únicamente en las concepciones de la mente que distingue lo justo de lo injusto.

No hay una justicia universal, al estar en la mente, es subjetiva. Podemos estar de acuerdo con algunos criterios de justicia, pero en el día a día, la justicia que nos mueve es personal.

La queja o el reclamo surge cómo una percepción de injusticia, de lo que debería ser y no es.

Los conceptos de justicia aparecen cuando se rechaza una realidad del ser. Es decir, al ser de la mente, aparece cómo una clasificación que necesita separar de lo injusto.

Interpretamos una circunstancia cómo justa, por ser su opuesto injusto, reaccionamos a lo injusto procurando lo justo, reaccionamos a la naturaleza o la realidad procurando lo que consideramos subjetivamente justo.

Los criterios de lo justo y lo injusto se van formando acorde la experiencia individual en relación a mirar, clasificar y comparar el entorno con experiencias pasadas.

Vemos la enfermedad y la muerte y nos parece injusto, pues la comparamos con la experiencia anterior de plenitud y nos resistimos a dicha injusticia incluso desconociendo la muerte, reaccionamos a la naturaleza, a la realidad, aún cuando la enfermedad y la muerte forman parte de la realidad, de la naturaleza de la propia vida, desde el nacimiento.

Vemos a una persona maltratar a otra y nos parece injusto, pues tomamos una experiencia similar en nuestro pasado en la que no nos sentimos complacidos y la comparamos con otra en la que si nos sentimos bien y creemos que la mejor forma de actuar hubiere sido otra.

¿Por su parte, de dónde surge o porque surge el maltrato? Este suele surgir de la creencia de que la víctima no actuó acorde lo que el victimario esperaba como lo justo, por lo que reacciona ante el hecho considerado injusto acorde su experiencia, por lo que el maltrato es consecuencia de la percepción de justicia.

Podemos ver a lo largo de la historia, Hitler, Muossolini, Mao Tse Tung, actuaron creyendo en un sentido subjetivo de justicia acorde su experiencia personal de lo que debiera ser y no es.

Por lo tanto, el sentido de justicia surge siempre allí dónde rechazamos la realidad fenoménica.

Así comienzan a surgir las primeras experiencias delictivas del adolescente, que marginado en sociedad, decide hacer justicia por mano propia, creyendo que lo justo es tener una porción de lo que otros tienen, por lo que no hay desconocimiento de que el hurto es rechazado socialmente, antes que normativamente, sino que consideran que la sociedad les está en deuda, hay una injusticia social que intentan reivindicar o reestablecer a través del delito.

Las tendencias homicidas, agresivas, depresivas, etc, son expresión del espíritu guíada por la consideración de justicia personal y egocéntrica, de separación y distinción de lo que debería ser y no es.

Pero otro lado, las personas guiadas por el alma, por la necesidad de sentir emociones placenteras también pueden tener tendencias delictivas, agresivas, depresivas, pues o bien pierden el criterio de la justicia, de lo que se debe y no se debe o bien no siente satisfecho la necesidad de placer.

En las dos manifestaciones del hombre, alma y espíritu, podemos encontrar las tendencias delictivas, agresivas, depresivas, por lo que, no son ellas suficientes para su determinación, pero si debe encontrarse en ellas dichas tendencias.

Tomamos la debilidad del ego cómo factor común en ambos casos, por no contemplar la visión sensible de los efectos de nuestros actos en otro, careciendo de empatía.

En el primer caso, actúa movido por su sentimiento personal de justicia, pero no logra ponerse en posición del otro o asimilar la realidad, ve sólo su percepción de justicia, carece de la perspectiva integral y objetiva que da el alma.

En el segundo caso, movido por el hedonismo, y la búsqueda de emociones placenteras, no observa los límites del comportamiento y afectación en la esfera ajena, pues sólo mira su necesidad, volviéndose agresivo en la necesidad de satisfacción o depresivo por su no consecución.

En ambos casos el Yo es débil, por lo que no logra equilibrar el alma y el espíritu, la mente y las emociones.

LA ESCRITURA EN LA NOCIÓN DE JUSTICIA.

Es por esto que la escritura de los criminales o los depresivos presentará o bien predominio de la forma o bien predominio del movimiento, pero en ambos casos el predominio de una y otra resultará por deficiencia de su opuesto, es decir, predominio de la forma por debilidad del movimiento, o bien predominio del movimiento por debilidad de la forma, expresando en ambos casos la debilidad del yo, o ego.

Categoría: Psicología

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